¡Si! ¡Parece que tengo una habilidad!

En mi casa todos tienen distintas habilidades desde mi abuela que bordaba un punto de cruz precioso, mi mamá que tiene manos de oro, por que lo mismo cose que teje, que hace una colcha o un disfraz para los nietos, mis hermanos bueno ni que decir, hay quien cose, hay quien borda, quien escribe, quien pinta, quien baila… en fin, todos son una cajita de monerías menos yo. Parece que Dios me dio dos pies izquierdos y en vez de manos muñones. Y así fui por la vida muchos años hasta que finalmente descubrí algo que me gusta y me sale bien… ¡Cocinar!

Cuando tu cocinas la gente te ve bonito, con esos ojos de llenitos de admiración hacia quien conoce los secretos de la gastronomía y empiezan a besar por donde tú cocinas y esa parte es bonita, te llena de orgullo, pero para llegar a ese momento dorado existe un problema, primero tienes que cocinar algo muy bueno.

Lo que me gusta de la cocina es que cada receta es un reto, no es como el punto de cruz que cuando dominas la puntada ya todo es lo mismo, en la cocina es distinto cada vez que haces algo aunque los ingredientes sean los mismos, puede ser tan distinto como quieras, el limite es la imaginación.

Cuando estaba yo del lado de los que solo comían no había descubierto que cocinar es un regalo bonito que le das día a día a la gente que mas quieres y que los hace sentir bien y a ti mejor, además te da pretexto para comprar un mundo de cosas, ¡no puede ser mas genial!

Yo afortunadamente tengo en casa tres conejillos de indias más que encantados de probar los resultados de mi aventura con las cazuelas y orgullosamente el día de hoy puedo reportar que por lo pronto no solo no ha habido enfermos, sino también muchos elogios por mis guisos.

En fin… ¿Qué mi gente esta engordando? Si, pero vieran que gorditos tan felices…

Y me voy por que tengo un flan en el horno.

Saludos.